El hogar conectado o smart home es una de las tendencias recurrentes que ya forman parte habitual del vocabulario tecnológico. El sueño de tener una casa hiperconectada y automatizada hasta las persianas a través de sistemas domóticos ha estado en el imaginario popular durante años, aunque la realidad ha aplicado tradicionalmente un factor de corrección importante sobre los sueños. La razón estribaba, como casi siempre, en el exceso. En este caso, en el exceso de tecnología.
Estamos ante una dificultad clásica del smart home: matar moscas a cañonazos, como se suele decir
Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Y la tecnología, cuanto menos protagonismo tenga, mejor. La dificultad del hogar conectado hipertecnificado es la de tener que parar necesariamente en la tecnología para llegar a la experiencia que se pretende disfrutar. Es como tener que ponerse la chaqueta y el traje cada vez que necesitamos subir una persiana, pongamos por caso.
Este exceso implica, en no pocas ocasiones, enfrentarse a infinidad de opciones de configuración y puesta a punto, muchas de las cuales no usaremos nunca. Estamos ante una dificultad clásica del smart home: matar moscas a cañonazos. Si la tecnología hace que, por ejemplo, encender la cafetera, nos lleve tres pulsaciones en una app y una usando un dedo, hacer que la cafetera se pueda encender remotamente supone complicar la experiencia de preparar un café en vez de simplificarla.
Los asistentes de voz y el hogar conectado: la pareja perfecta
Paralelamente a la evolución del hogar conectado, la interacción con los dispositivos tecnológicos ha avanzado mucho. Se han hecho más progresos en los últimos dos años que en las dos décadas anteriores gracias a avances como los asistentes de voz de Google, Apple o Amazon. El asistente de Google, Siri a través del Homekit y Alexa han abierto las puertas a la interacción hablada con la tecnología.
Es verdad que, aunque las conversaciones e interacciones de propósito general han mejorado sustancialmente, siguen siendo poco espontáneas y menos aún fluidas. No obstante, como interfaces de voz para controlar los dispositivos y acceder a las experiencias del hogar conectado son todo lo perfectas que pueden ser en el momento presente.

La clave de las interfaces de voz (una de ellas) es que son capaces de “cortar” transversalmente las jerarquías de menús de las apps tradicionales basadas en teclado y tactilidad. Si para llegar a una opción dada en el menú de una app, tenemos que navegar a través de tres niveles de opciones hasta llegar a la que nos interesa, usando la voz vamos directamente a donde queremos. Además, gracias a los avances en el procesamiento del lenguaje natural, podemos hacer peticiones de una forma bastante coloquial a los dispositivos conectados a través de los asistentes.
La clave de las interfaces de voz es que “cortan” transversalmente la jerarquía de menús de las apps tradicionales
Los fabricantes de dispositivos conectados para el hogar que quieran ganarse la aceptación de sus usuarios tarde o temprano tendrán que adoptar interfaces de voz estándar. Por ejemplo, imagina que queremos cambiar el tipo y tonalidad de luz ambiente usando dispositivos para smart home Philips Hue. Cuando tenemos un asistente instalado, tan solo necesitamos decir en voz alta qué tipo de iluminación deseamos para que los puntos de luz Philips Hue que tengamos se configuren de acuerdo con el escenario solicitado.
Es factible definir escenarios en los que varias luces adoptan colores e intensidades que recreen un determinado estado de ánimo, por ejemplo. Puede ser un contexto de fiesta, relajación, lectura o trabajo, cada uno de ellos con una personalidad única y personalizada.
Integración con otras plataformas de hogar conectado
En esta andadura, a veces los fabricantes pueden mostrarse recelosos ante la compatibilidad con otras plataformas y soluciones de otras marcas. Incluso hay quienes tratan de imponer sus tecnologías propietarias para el control por voz. Pero es un error «de primero de Hogar Conectado». Si el producto es bueno, no tiene por qué haber temor a competir con otras soluciones o adoptarlas como parte del ecosistema.
De nuevo, encontramos en Philips Hue un ejemplo de integración con otras plataformas. Ya en su momento fue pionera al adoptar el servicio de automatización IFTTT, y ahora integra a otras plataformas, dispositivos y tecnologías como Amazon Alexa, el asistente de Google, SmartThings de Samsung o Apple HomeKit, entre otras, bajo el paraguas de ‘Friends of Hue’.

Sin ir más lejos, es posible usar la aplicación de Samsung en nuestro móvil para activar los sistemas de iluminación Hue sin tener que abrir la app de Philips. SmartThings cuenta con sensores que detectan la apertura de puertas o ventanas, así como de movimiento que podemos usar para activar zonas o puntos de luz. Philips Hue también tiene detectores de presencia, tanto para interiores como para exteriores, pero la clave en el smart home es la integración.
Los detectores de presencia Hue para interiores o exteriores funcionan con baterías y son inalámbricos, con lo que se pueden emplazar donde más convenga sin preocuparnos por tener enchufes cerca. Supón que pretendemos que se encienda una luz cada vez que llega una visita: si instalamos un detector de presencia en el porche, lo tenemos resuelto. O imagina que queremos que se habilite la luz exterior cuando entramos con el coche en el garaje: con usar un detector de presencia en la entrada del garaje y definiendo una simple regla en la app, lo tenemos hecho también.
Cuando se cumple el dicho de «menos es más»

Todos estos escenarios son factibles con muy pocos dispositivos y muy pocas interacciones. Es más, una vez que tengamos bien definidos los automatismos y contextos de iluminación, es posible reducir prácticamente a cero la interacción con los sistemas de iluminación.
Recurriendo a IFTTT, otro de los Friends of Hue, tenemos la oportunidad de encender las luces de la habitación cuando nuestra pulsera Fitbit detecte que ya hemos dormido lo suficiente. La app de Fitbit comunicará a IFTTT que hemos dormido nuestras ocho horas. IFTTT, a través de sus “recetas”, se comunicará con el puente de nuestro sistema Hue para activar la luz de nuestra habitación. Y esta podrá encenderse de forma progresiva emulando un amanecer.

Otra posibilidad es que las luces se apaguen cuando salga el sol y se prendan cuando se pone. A través de IFTTT podemos hacerlo automáticamente. Incluso, se puede lanzar la secuencia cuando esté lloviendo gracias a la sincronización con servidores de información meteorológica.
Las opciones son tan útiles, divertidas, decorativas.. como puedas imaginar. Un último ejemplo: podemos determinar que la iluminación Hue se ponga en consonancia con la tonalidad predominante de la foto del día de la NASA.
Con apenas unos pocos dispositivos Philips Hue conectados, somos capaces de definir escenarios de iluminación que se traducen en experiencias interactuando poco o nada con las luces, el interruptor inalámbrico o los detectores de presencia.
No hace falta hacer que la tecnología sea la protagonista para conseguir una satisfactoria experiencia «smart» en el hogar. Tan solo se trata de aprovechar las oportunidades que los avances en interfaces de voz o en las tecnologías cloud ponen a disposición de los fabricantes de soluciones para el hogar conectado.

La interoperabilidad de soluciones como las de Google, Amazon o Apple, así como las de Samsung, IFTTT, Bosch, Eneko, Nest o Logitech es también otro elemento esencial para aprovechar al máximo todo el potencial de las soluciones para el hogar inteligente.
Que todo funcione con todo facilita las cosas a los usuarios, aunque ello requiere que los dispositivos estén muy bien diseñados, tanto en el hardware como en el software.